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Palacio del Congreso Nacional Oscar Niemeyer |
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—En dos palabras : ¡IM...PRESIONANTE!— dijo ella.
—¡CORTEEEN!— gritó el director visiblemente contrariado. Se volvió hacia su ayudante y preguntó:
—¿De dónde ha salido esta...?— no terminó la frase, había que tener en cuenta que se trataba de una menor y no convenía sobrepasarse. Podía caerle un puro si no lograba mantener su bocaza cerrada, para variar. Pero... esa frase aún no la había pronunciado ningún torero ni tampoco se había hecho famosa a través de los medios de comunicación. Era del todo inadmisible. No entendía esa manía que tenían algunos actores de personalizar sus interpretaciones. ¿Por qué no podían limitarse a seguir al pie de la letra las indicaciones del director?
—Lo siento, ha sido un lapsus... —se disculpó la chica—, no he podido evitarlo... es una broma familiar—. Puso cara de cachorrillo indefenso, aleteó las pestañas pero, al final, se le escapó una sonrisilla burlona.
El director estaba que echaba humo. Ya iban bastante retrasados y no le hacía gracia que una estúpida niña le tomara el pelo. "Los jóvenes de hoy en día son insoportables", pensó frunciendo el ceño. Se demoró unos segundos para contar hasta diez y, luego, se limitó a retomar el trabajo.
—Arquitectizada, escena uno, toma dos— un ayudante chasqueó la claqueta.
El director levantó la mano derecha y gritó:
—¡¡ACCIÓN!!
—¡IMPRESIONANTE!— dijo la pequeña actriz, esta vez pronunciando una sola palabra, como venía en el guión... La cámara acercó el zoom hasta tomar un plano de sus expresivos ojos marrones.
Voz en off: Eso fue cuanto pudo decir la protagonista de nuestra historia, cuando le preguntaron —tras la excursión de aquel día— sus impresiones sobre el viaje.
Desenfoque de la imagen. Entrada de títulos de crédito.
Esa es la primera escena del corto. No está mal. Supongo que el director habrá quedado contento después de todo... Un auténtico comienzo in extremis ¿verdad? Bastante cinematográfico. Mi estilo para contar historias es un poco diferente. Yo prefiero empezar por el principio:
Hace muchos, muchos años —tantos que incluso el siglo ha cambiado de cifras— una niña cruzó el océano. Fue a un lugar increíble.
Era la única niña de un extenso grupo de adultos —la historia de su vida—, pocas veces podía gozar de la compañía de chic@s de su edad. En ese momento alcanzaba la nada despreciable cifra de trece años, un número poco halagüeño para algunos, si te dejas llevar por la superstición pero, para ella, era uno de las mejores... Imagínate. No solo se había fumado dos semanas de clase por la cara, sino que también se había montado en avión, bajado al hemisferio sur, entrado al verano en pleno invierno y disfrutado de uno de los carnavales más famosos del mundo. Y lo popular que se había hecho en el colegio a cuenta de ello... A esas alturas el número trece era uno de sus favoritos.
Pero no nos vayamos por las ramas... El caso es que el paseo de aquel día le había hecho temblar las piernas —y no por exceso de kilómetros precisamente, tu ya me entiendes—, se le habían removido los cimientos. Los más escépticos del grupo se cansaron de decir —previo a la partida— lo horrorosa que era la capital que iban a ver, que podían ahorrarse el paseo. Ella no dejaba de preguntarse por qué diablos querían hacer aquel espantoso viaje —dos horas de vuelo y un día entero caminando de la ceca a la meca— si lo iban a pasar tan mal... "Cosas de mayores", se dijo a sí misma y no pensó más en el asunto. Se limitó a levantarse al amanecer y dejarse llevar por la corriente.
Montarse en avión fue una de las cosas buenas del día, empezaba a pillarle el gusto a aquello de sentirse como un pájaro —libre para variar— y, como estaba despejado, podía contemplar el paisaje desde el aire. Le extrañó la escasa vegetación que vio de camino, supongo que esperaba divisar la selva amazónica pero ésa, estaba unos cuantos kilómetros más lejos, según comprobó desde arriba. Se veían pocas casas y muy separadas. Todas enclavadas en medio de una tierra roja, roja, lo que se dice colorá. "Sorprendente", pensó.
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vista aérea Brasilia |
Al llegar, subieron al grupo en un autobús. Los kilómetros se sucedieron a través de una extensa y estéril llanura, solo salpicada aquí y allá con algo de verde y un solitario Palacio Presidencial, presagio de la atmósfera dominante en la ciudad. Había pocos coches y unas avenidas tan anchas y vacías que jamás sufrirían el más leve atasco, por más que la población aumentara. Dominaba el sonido del viento. Era tan diferente de las ciudades que conocía allá donde vivía... y en el resto de ese bonito país también...
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Palacio da Alvorada calles de Brasilia |
El guía hizo una breve introducción del aspecto desolado de aquel paraje unos veinte años atrás. De cómo el enorme lago —ahora apoyo de la urbe— había nacido a partir de infinidad de pequeños arroyos y de cuánto tiempo le había tomado llenarse, hasta ser la masa de agua, nada despreciable, que hoy era... Datos y más datos, algo bastante aburrido —a pesar de lo extraordinario del contenido—. La niña quería bajarse ya y caminar por las calles como una ciudadana más, perdida entre el resto de transeúntes. Se preguntaba qué clase de personas vivirían allí, qué motivos las habrían llevado a trasladarse a un lugar tan alejado y diferente. Tuvo una sensación parecida cuando —a los cinco años— la familia se mudó de casa. Pensó si algún otro niño habría jugado antes entre aquellas paredes o iba a ser ella la primera. Le encantaba fantasear con el tema aunque no lo averiguaría hasta varios años después... Pero ésa es otra historia. Prosigamos.
El primer edificio al que entraron no parecía nada especial —visto desde fuera, claro—, casi se confundía con el resto de muros de hormigón que dominaban la escena. La sorpresa sin duda estaba tras el umbral, las paredes eran una sucesión de arcos —hasta ahí todo normal—, lo increíble era la infinidad de cristalitos colocados entre ellos: unos mosaicos cuyas piezas se paseaban por toda la gama de los azules. La luz incidente producía una atmósfera tal que entrar por aquella puerta era como cruzar el espejo del País de las Maravillas. "Solo por ver esto, ya ha valido la pena", pensó la niña.
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santuario Dom Bosco |
No fue más que el principio. El comienzo de un recorrido sorprendente entre estatuas más o menos abstractas, edificios arropados por estanques, con cascadas por fachada o cúpula cual corona de princesa. Alineados como libros de una biblioteca o piezas de un dominó, formando un eje o salpicados a su aire. Todo un colocón de arte, vamos, cuya apoteosis final vendría de la mano de una perspectiva aérea desde la Torre de Comunicaciones y una estancia con vistas junto a un alucinante Congreso Nacional, edulcorada con una cometa de colores al viento. "¡IMPRESIONANTE!", pensó la niña. Y eso que todavía quedaba disfrutar un poquito más, mientras esperaba a que los mayores terminaran de comer en un restaurante al borde del lago. Allí, en aquella pequeña y desolada playa, tan alejada del mundo que bien podría hallarse en Marte —por aquello del suelo rojo más que nada—, bajo un cielo plomizo y con el rostro azotado por el viento, se miró cara a cara con un windsurfista tan solitario como ella y recordó los rincones por los que había pasado, todavía sin creérselo. Se despidió de aquel lugar —al que quizá ya no regresara— y se fue.
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un paseo por Brasilia |
Pasaron muchos años, la niña creció pero se negó a olvidar. Y un día, se dio cuenta de que un mago brasileño —llamado Oscar— la había hechizado en aquellas lejanas tierras y sus conjuros la habían convertido en una especie de arquitectizada o, lo que es lo mismo, hechizada —como en la famosa serie de los sesenta— por la arquitectura. En fin ¿Para qué voy a mentir? Digamos que ella, en el fondo, siempre lo supo.
sin palabras , buen post muy interesante
ResponderEliminarGracias. 😘
EliminarMe parece un post bastante interesante. Supongo que es un relato y también supongo que fue escrito por ti. Me gusta la manera en la que ambientas y relatas la historia y me parece muy bonito que coloques estas imágenes que pueden o no tener relación con el texto. Saludos.
ResponderEliminarPues te diré que el viaje es real y las imágenes son de Brasilia, la ciudad de la que hablo.
EliminarHolaaa esto eata muy interesante y al leer tu respuesta en el comentario sw arriba que el viaje fue de verdad, wauuuque maravilla y las fotos estan bellisimas*-*
ResponderEliminarSaludos
Es que Brasilia es bellísima. Es un lugar fuera de lo normal debido a su origen. Una ciudad totalmente hecha de nueva planta.
EliminarBonita e interessnte historia, muy bien detallada que nos hace imaginar lo que describes, saludos.
ResponderEliminarGracias. Vivirla fue aún mejor. Podría contar mil detalles y sensaciones más. Un saludo.
EliminarMe ha encantado tu manera de hablar sobre Brasilia :o me has dejado alucinada porque nunca antes había visto ese recurso para hablar sobre viajes. Y las fotos, me encantan, muestran una arquitectura muy moderna. El interior del santuario Dom Bosco me ha recordado mucho al interior de la iglesia evangélica luterana Kaiser-Wilhelm-Gedächtniskirche de Berlín, totalmente recomendable.
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado. Fue un viaje muy muy especial. Tuve que escribir varios borradores para encontrar la manera de contarlo. Al final salió este. El lugar es impresionante. Como digo en el relato. Sus artífices eran unos genios arquitectónicos. Lucio da Costa hizo el planteamiento y Oscar Niemeyer los edificios, en un lugar donde no existía nada, ni siquiera el lago. Me ha dejado alucinada saber que en Berlin hay una iglesia parecida. No tenía ni idea de ello a pesar de haber estado allí. La buscaré. Gracias por contármelo.
EliminarPues sí que había pasado por allí varias veces pero ninguna la encontré abierta y desistí. No había vuelto a pensar en ello. Sí que ahora recuerdo, después de escarbar profundo en mi memoria, haber pensado en el parecido de ambas iglesias. La de Brasilia tiene la ventaja de la extraordinaria luz que hay allí. Refulgía como no te imaginas. Gracias por traerme a la memoria este otro templo de Berlin. 😉
EliminarHolaa,
ResponderEliminarLas fotos son impresionantes pero es que el post me ha encantado! la manera en la que nos has presentado Brasilia. Besotes
Gracias. Me encanta que te encante. Tuve que darle sus vueltas pero, al final, estoy bastante contenta con el resultado. ☺
Eliminar¡Hola! Me encantó este post, de todos los edificios que mostraste me encantó el santuario Dom Bosco, es hermoso! Y la historia que contas es excelente. Me encantó :)
ResponderEliminarun beso y gracias por compartirlo!
Gracias a ti por leerlo. El santuario Dom Bosco es espectacular. Las fotos no le hacen justicia para nada. Es una caja de vidrio con tal calidad de matices que es como elevar los vitrales de la Edad Media al infinito. Allí dentro hay una atmósfera especial que cambia a medida que lo hace la intensidad de la luz exterior. Una auténtica maravilla.
EliminarHola guapa!
ResponderEliminarQue bonito post ! nos muestras tantos lugares llenos de historia, este en particular no lo conocía
la arquitectura es bella, me gustaría ir por allá
Muy impresionante
bisous
Bueno. Este más que historia tiene historias. Apenas ha cumplido 50 añitos. Celebro que te hayan gustado estas tierras americanas. 😘
EliminarSiempre he tenido muchas ganas de visitar Brasilia y tu artículo no ha hecho más que confirmar lo bello que es. Me alegro de que tuvieras esta bonita experiencia visitándola. Gracias por compartirla con nosotros. Un saludo.
ResponderEliminarNi te imaginas las maravillas que hay allí. Te recomiendo que vayas porque, ya sabes, no es lo mismo contarlo que vivirlo...
EliminarGracias a ti por leerlo y comentar.
Me encanta la visión que nos transportas de Brasilia. Nunca había visto tanta belleza en esta ciudad y me encantaría vivirla en mis propias manos... ¡que ganas de viajar!
ResponderEliminarBesos desde JustForRealGirls
Para mí fue un viaje extraordinario porque fue el primero y por la corta edad que tenía, aparte de disfrutar de la compañía de mi padre que no solía acompañarnos por motivos de trabajo. Por todo ello imagino que fue un viaje irrepetible visto desde la inocencia y las ganas de una niña. Fue genial. Me alegra haber transmitido un poco de lo que sentí. 😊😘
Eliminar¡Hola! Me encanta la manera de contar esta experiencia. Me parece super original. Y bueno, la ciudad es preciosa *_*. Ojalá pueda ir en algún momento de mi vida.
ResponderEliminarUn besito.
Gracias. Fue un viaje catártico e increíble. Una experiencia que marcó mi vida y que nunca olvidaré. Me encanta que me hayas visitado. Un beso.
EliminarVaya no he tenido oportunidad de conocer la Impresionante Brasilia, a lo más di un paseo por Rio de Janeiro en pleno Carnaval ;)
ResponderEliminarUn saludo y a ver si te va igual por otra obra arquitectónica que marque.
Buenoooo. Eso es fantástico. Muchos te envidiarían. Son dos lugares muy, muy diferentes. Brasilia imagino que también habrá cambiado algo porque mi viaje fue hace un montón de años. Me encantaría volver a comprobarlo. No creo que ninguna me vuelva a marcar así. Era una niña y esa inocencia, avidez por experimentar y demás ya nunca volverán pero lo hacen de otro modo.
EliminarGracias por pasarte por aquí a leer y comentar. Un beso.
Hola, ya te sigo, te dejo mi blog por si quieres pasarte https://1000yunlibros.blogspot.com/ Besos
ResponderEliminarYa te sigo de vuelta. Un saludo.
EliminarHola guapa!
ResponderEliminarQue maravilla! cualquiera no se anima ahora a querer visitar Brasilia, es una preciosidad.
Fantástica entrada.
Acabo de llegar a tu blog, me quedo por aquí y te invito al mío.
−Fantasy Violet−
Besotes! ♥
Gracias. Desde luego es un lugar maravilloso y fue un viaje inolvidable.
EliminarUn beso.
Sorprende como desde niños las experiencias que vivimos van marcando la pauta de lo que sucederá en un futuro, entiendo que la arquitectura de la ciudad de Brasilia influenció en tu gusto por la arquitectura, la Basílica es Dom Bosco es impresionante por dentro y por fuera y no cabe duda que para una pequeña signifique como ingresar a un mundo de ensueño con eso mosaicos en tonos azules.
ResponderEliminarCierto. Pero supongo que si regresara de nuevo hoy, tendría las mismas sensaciones o muy parecidas. Sobre todo con la Iglesia de Dom Bosco... es realmente mágica.
EliminarUn beso.
IM-PRESIONANTE entrada compañera de teclas :D en tres palabras :D : Me ha encantado.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo, sin duda fue un viaje inolvidable, iniciático, con una carga emocional importante que se transparenta entre los renglones... :) hasta la simbólica cometa camuflada en las fotos me ha molado ;) y el original comienzo :) y descubrir los encantos de la ciudad de tu mano :) un post fantástico. Cuanto me alegra que aquel colocón de arte, aquel temprano encuentro con tu mago Oscar, te diera alas para volar. Un abrazo enorme y dominical.
Ja ja ja la bromita del torero siempre da para mucho 😂 la cometa fue real... había un padre con un niño en el inmenso césped de un lateral del Congreso Nacional que estaban volando una preciosa cometa de colores de la que nunca me olvidaré. Gracias por tus maravillosas palabras, mi querida Cristina. Siempre coges la esencia de lo que intento expresar. Me encanta tenerte cerca como tú dices. Un besote de comienzo de semana maifren. 😘
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